domingo, 19 de mayo de 2013

Todo el mundo quiere ser Uribarri


Me van a disculpar que retome este blog para poner los puntos sobre las ies de ciertos comportamientos que ayer noche tuve que aguantar. No sólo de las gentes de Twitter con las que compartí la celebración de Eurovision (me va a permitir también que no escriba Eurovisión) por primer año, sino de allegados que me acribillaron a Whatsapps durante gran parte de la noche.

Eurovision como ustedes saben es un festival de carácter anual, un festival de la canción. Y remarco CANCIÓN. Es además un festival europeo, con música que va desde el fado portugués, hasta los característicos ritmos helenos, pasando por el rock nórdico o los ritmos más exóticos de países como Azerbaiyán, Israel, o Georgia.

No quiero defender a ultranza a todos los músicos del festival, porque sabéis que yo soy tan criticón como vosotros y en Eurovision hay un componente fecal bastante extenso, el mejor ejemplo es España. Pero de igual modo, me niego a aceptar esa cultura tan nuestra del criticar por el criticar. Seamos sinceros, desde que existe Twitter, nos encantar poner públicamente de vuelta y media cada evento que se emite a gran escala, sean los Goya, los Oscar, Eurovision o el desfile de apertura de los JJ.OO. Todo vale para twittear pestes y ganar unos fáciles retuises.

Siendo concreto, estas son las principales quejas que escuché en el día de ayer, decidan ustedes si están justificadas.